Este acorazado partió el 8 de noviembre de Plymouth con rumbo a la Sierra Leona. Derivó mucho a tierra y la escasa luz del Faro Vilán hizo que chocara en la Punta do Boi, a las 23:00 del 10 de noviembre de 1890, en el lugar que hoy se llama «el bajo del Serpent». El capitán ordenó el lanzamiento de cabos por el cañón lanza-cabos pero estos rompían contra las rocas. Intentaron emplear los botes mas los golpes de mar barrían todo el caparazón. Después se escuchó el desolador: ¡»Sálvese quien pueda!».
En la noche sólo se oían los gritos de angustia. El mar, ayudado por las piedras, deshacía los cuerpos de los tripulantes. Pero tres marineros, de apellidos Bourton, Gould y Lacsne, fueron empujados por el mar a la playa de Trece, resultando los únicos supervivientes de la tragedia.
En los días siguientes, el mar fue devolviendo los cuerpos de los 172 marineros restantes a la arena de Trece. El cura de Xaviña movilizó a los vecinos para proceder a la sepultura de los cuerpos en este lugar.
En el habitáculo interior del cementerio permanecen los restos del capitán y oficiales y en el recinto exterior, los de los marineros.
El almirantazgo inglés agasajó al pueblo de Camariñas, en agradecimiento por su comportamiento, con un barómetro, al cura de Xaviña con una escopeta, y al alcalde con un reloj. En los primeros años tras la catástrofe, un barco de la armada inglesa se acercaba hasta el lugar para arrojar una corona de flores y cada barco de guerra inglés que pasaba cerca de estas costas lanzaba unas salvas de ordenanza en el honor de los compañeros enterrados en el Cementerio Inglés.
A la derecha del cementerio se aprecia el paisaje incomparable del Monte Branco, la mayor duna rampante de Galicia y a sus pies, las caramiñas que pueblan el área.